lunes, 23 de septiembre de 2013

EL TAXISTA CULTO Y POCO FISONOMISTA


ALDO ROQUE DIFILIPPO



A veces los escritores son protagonistas involuntarios de situaciones surrealistas, quizá porque se pasan la vida jugando con la magia o los demonios de las palabras. Cierta vez Borges tomó un taxi, y para su sorpresa se encontró con un taxista culto que no demoró en reconocerlo y profesarle su admiración. "¡Que suerte!", habrá pensado don Jorge Luis, "siempre es reconfortante encontrarse con un hombre lector", y se recluyó en su timidez abrumada por la ceguera.
- Usted no sabe cuanto lo admiro -repetía el taxista sin cansarse de declararle su idolatría mirándolo por el espejo retrovisor.
El anciano sabio apenas si dijo: "Gracias; muchas gracias", con
sus manos nerviosas en el bastón.
- ¿Cuanto le debo? -preguntó al terminar el viaje.
- ¡No!... ¿Cómo voy a cobrarle a usted señor Sábato?



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