jueves, 5 de abril de 2012



La risa del  cielo



Aldo Roque Difilippo


- Entonces vino el hombre, sacó su espada y empezó a pegarle al cielo.
El hombre tenía mucha fuerza, pero el cielo estaba duro y no se dejaba rajar. El caballo en el que llegó el hombre comenzó a reírse a carcajadas, porque por más que el hombre pinchaba el cielo, el cielo se le reía porque la espada le hacía cosquillas. Tanto se reía el cielo y el caballo que el hombre se enojó más todavía y seguía pegándole con más fuerza, pero el cielo era muy fuerte y los golpes le daban cosquillas.
En ese momento llegó el pato Donald y también comenzó a reírse. Se agarraban la panza porque no podían más, le dolía de tanta risa, y un dinosaurio que pasaba le dijo al hombre que no le pegara al cielo, que no iba a poder romperlo porque él era muy alto y nunca pudo alcanzarlo y porque los pájaros le contaron que ellos tampoco. Que sólo a veces le hacían cosquillas al cielo y las nubes se mataban de la risa y se les escapaban algunas lágrimas de tantas cosquillas...
- ¿Y dónde te contaron esa historia, Joaquín? -interrogó la  madre desbordada de tanta imaginación.
- Fue una película que pasaron en la almohada.

26/01/01


(*) En 2005 este cuento fue seleccionado para  integrar la  antología digital de autores latinoamericanos en homenaje a Hans Christian Andersen al conmemorarse el bicentenario de su nacimiento. La selección de este libro digital la realizó la revista cubana Dos Islas dos mares.

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