Fotografías fugaces
Aldo Roque Difilippo
1- Querencia
El rancho parece un montón de paja y adobe mal
amontonados entre los árboles. En sus paredes agrietadas anidan las
arañas y vinchucas. El piso ya es tierra reseca, apisonada por el trajín de los
años, por el ir y venir de risas y desdichas, de vidas que se guarecieron en
él.
El techo ya es paja reseca que llora en los días de
lluvia. Por dos viejas maderas clavadas en cruz bajo un sauce, me di cuenta que
habían sido muchos años de ausencia.
2-La Espera
Cuando el último rayo de sol cerró la puerta del
día, nuestras sombras se desvanecieron anémicas, y sus almas se esparcieron por
todos lados, hundiéndonos en un paisaje de figuras oscuras y silenciosas.
Apagué mi cigarro, pues su brasa era una lámpara potente que podía delatarnos.
La luna se asoció a la espera, rehusándose a iluminar en un cielo nublado.
Solo faltaba la señal de Marcos, desde la otra
orilla, para cruzar el contrabando.
3-Esfuerzo vano
Fue cuando la noche apuñaló la tarde y un sol asustado
se escondió en el horizonte. Cuando la muerte artera la desangró en un cielo
rojizo que lloraba en la voz de palomas asustadas, de sarandíes estáticos y
helados.
Los últimos rumores se acallaron en las sombras, y
el viento, antes silbador y altivo, se dormía entre los árboles.
La noche se esparce opacando las siluetas.
La luna me espera en la orilla como un perro
juguetón queriendo subirse a mi chalana. El río ya calmado, sereno, parece un
niño arrepentido después de haber cometido una diablura, y me deja remontar la
corriente rumbo al rancho.
Es oscura la noche y de seguro la madrugada
traerá un manto de soledad y escarcha.
Fue mucho lo que trabajamos para encontrarlo
enredado en un sarandí con los párpados ya comidos por mojarras hambrientas,
que besaron sus labios hasta desnudarle los dientes.
4- Arañas patonas
Canta porque su madera, que en un tiempo fue de un
hermoso árbol, se impregnó del trino de los pájaros que en sus ramas anidaron.
-dijo el abuelo al preguntarle por qué tañía tan dulce su guitarra. Sus dedos
delgados y descarnados se arquearon, semejándose sus manos a dos arañas patonas
que comenzaron a caminar por la telaraña de las cuerdas.
Nosotros apuntamos toda nuestra atención hacia su
figura que se encorvó sobre la guitarra para vibrar junto al instrumento en
otra canción.
5- Diluvio
...Y se cargó de nubes el cielo. Ya no brillaba el
sol, y aquel azul no era el intenso, cargado de fulgores, de brillo, de vida.
Ahora solo humedad y presagio de lluvia copiosa, poblada de temores.
Y el diluvio llegó desde aquel cielo. Del antes
azul intenso de sus ojos cuando él le dijo: "Adiós".
(*) Esta serie de microcuentos recibió una de las menciones en el concurso
literario organizado por la Fundación Lolita Rubial de Minas y la Editorial
Banda Oriental (1992).
Fotografía: Aldo Roque Difilippo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario