Nueve
letras tercas
Aldo Roque Difilippo
El paredón amaneció reclamando libertad. "LIBER
ARCE" fue pintado en letras de alquitrán, negro y burdo, recordando a uno
de los primeros mártires del terror.
El blanco del paredón gritó en cada letra lo que todos
repetían en voz baja, resistiendo a la lluvia. Una bofetada en nueve letras que
era necesario silenciar.
La orden fue impartida y manos militares,
escrupulosamente blanquearon cada una de las letras.
La pintura secó, y el paredón volvió a gritar
"LIBER ARCE" pero esta vez de un blanco inmaculado en medio del
blanco raído de la ancha superficie.
Nueva orden, y nuevas brochas se esmeraron con la cal,
blanqueando cada centímetro del machucado reboque, pero volvió a brotar el
"LIBER ARCE" del alquitrán, algo más tenue, pero cada vez más
evidente.
La charretera libró otra orden, más drástica y
aleccionadora: "Picar el reboque; esa es la solución", y el cincel
milico y obediente con extrema pulcritud picó una a una aquellas letras
ofensivas.
A la tarde, un bajorrelieve perfecto gritó:
"LIBERARCE", con más fuerza y vigor.
En la calle un murmullo
terco comenzó a repetirse: LIBERARCE, LIBERARCE, LIBERARCE; persistente,
desprolijo.
|
|
El paredón se había
convertido en una amplia superficie inmaculada, ahuecada por esa frase unida
por el cincel; y que todos repitieron en voz baja como un rezo.
Había que liquidar aquel exabrupto, y así se hizo. Una
cuadrilla uniformada, marrón en mano, derribó cada uno de los ladrillos. Ya
nadie volvería a repetir esa frase oprobiosa.
|
Tras la ventana del geriátrico, un par de ojos gastados
pero vivaces, sonrieron al reencontrarse con todos los colores de la calle. Por
fin sus eternas tardes podrían discurrir con mucho más que el reboque de un
paredón tan alto y opaco.
Sonrió al ver la gente, los autos, los perros orinando
los árboles; y agradeció con un rezo, repitiendo: LIBERARCE, LIBERARCE,
LIBERARCE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario