jueves, 3 de mayo de 2012

Fotografías fugaces





Aldo Roque Difilippo







1- Querencia

El rancho parece un montón de paja y adobe mal amontonados entre los  árboles. En sus paredes agrietadas anidan las arañas y vinchucas. El piso ya es tierra reseca, apisonada por el trajín de los años, por el ir y venir de risas y desdichas, de vidas que se guarecieron en él.

El techo ya es paja reseca que llora en los días de lluvia. Por dos viejas maderas clavadas en cruz bajo un sauce, me di cuenta que habían sido muchos años de ausencia.



2-La Espera

Cuando el último rayo de sol cerró la puerta del día, nuestras sombras se desvanecieron anémicas, y sus almas se esparcieron por todos lados, hundiéndonos en un paisaje de figuras oscuras y silenciosas. Apagué mi cigarro, pues su brasa era una lámpara potente que podía delatarnos. La luna se asoció a la espera, rehusándose a iluminar en un cielo nublado.

Solo faltaba la señal de Marcos, desde la otra orilla, para cruzar el contrabando.



3-Esfuerzo vano

Fue cuando la noche apuñaló la tarde y un sol asustado se escondió en el horizonte. Cuando la muerte artera la desangró en un cielo rojizo que lloraba en la voz de palomas asustadas, de sarandíes estáticos y helados.

Los últimos rumores se acallaron en las sombras, y el viento, antes silbador y altivo, se dormía entre los árboles.

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La noche se esparce opacando las siluetas.

La luna me espera en la orilla como un perro juguetón queriendo subirse a mi chalana. El río ya calmado, sereno, parece un niño arrepentido después de haber cometido una diablura, y me deja remontar la corriente rumbo al rancho.

Es oscura la noche y de seguro la madrugada traerá  un manto de soledad y escarcha.

Fue mucho lo que trabajamos para encontrarlo enredado en un sarandí con los párpados ya comidos por mojarras hambrientas, que besaron sus labios hasta desnudarle los dientes.





4- Arañas patonas

Canta porque su madera, que en un tiempo fue de un hermoso árbol, se impregnó del trino de los pájaros que en sus ramas anidaron. -dijo el abuelo al preguntarle por qué tañía tan dulce su guitarra. Sus dedos delgados y descarnados se arquearon, semejándose sus manos a dos arañas patonas que comenzaron a caminar por la telaraña de las cuerdas.

Nosotros apuntamos toda nuestra atención hacia su figura que se encorvó sobre la guitarra para vibrar junto al instrumento en otra canción.





5- Diluvio

...Y se cargó de nubes el cielo. Ya no brillaba el sol, y aquel azul no era el intenso, cargado de fulgores, de brillo, de vida. Ahora solo humedad y presagio de lluvia copiosa, poblada de temores.

Y el diluvio llegó desde aquel cielo. Del antes azul intenso de sus ojos cuando él le dijo: "Adiós".









(*) Esta serie de microcuentos recibió una de las menciones en el concurso literario organizado por la Fundación Lolita Rubial de Minas y la Editorial Banda Oriental (1992).
Fotografía: Aldo Roque Difilippo.

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